Los combustibles fósiles y sus derivados que se obtienen de la descomposición de materia orgánica, tienen la merecida fama de ser energías sucias y que perjudican enormemente al medio ambiente.
Todas las energías de origen fósil influyen en mayor o menor medida sobre el medio ambiente, tanto por los procesos de construcción y operación de las infraestructuras necesarias para ponerlas a disposición de los consumidores, como por su utilización.
Los combustibles fósiles o sus derivados producen, en su combustión, óxidos de carbono, azufre y nitrógeno que es necesario limitar al máximo para reducir la lluvia ácida, el efecto invernadero y el deterioro de la calidad del aire.
Los combustibles fósiles o sus derivados producen, en su combustión, óxidos de carbono, azufre y nitrógeno que es necesario limitar al máximo para reducir la lluvia ácida, el efecto invernadero y el deterioro de la calidad del aire.
Pero, ¿este tipo de energía, que ha permitido un desarrollo extraordiario para los países industrializado, podrá ser totalmente sustituido por energías más limpias?
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